miércoles, 19 de mayo de 2010

los genios

Todos podemos despertar ese genio que llevamos dentro, no necesariamente hay que nacer siendo genios, ni ser genios por complacencia de terceros; existe una enorme diferencia en la manera de pensar de la persona que logra cosechar grandes éxitos y aquella que se limita a subsistir y a responder para satisfacer su inmediatez. Creo en el valer de la estimación a partir la gestación. Igualmente, saber estimular adecuadamente la mente de un niño, en una etapa crucial durante su desarrollo no llega desplegar una capacidad intelectual relativamente normal. Así mismo, opino qué: La autoestima es otro rasgo trascendental en los genios. Ellos suelen proteger su proporción emocional, eso, si presentan un alto grado de autoestima. Cuando esto no ocurre, su creatividad sufre un atasco, lo que revela el por qué tantos superdotados no cumplen con las expectativas nacidas a su alrededor. El apoyo recibido de padres y educadores es en este punto imprescindible!!!, porque así como los estímulos positivos favorecen en ampliar el potencial mental; el considerarse visto como un bicho anormal puede frustrar a un superdotado e incluso originarle graves prejuicios sicológicos...

Buenas días:
Yo también creo que los genios deberían ser también más humanos, pues así nos evitaríamos un sinnúmero de problemas por ejemplo como hubiera podido pasar con Einstein al dar a conocer en publico sus ideas y conocimientos, preeviendo que algunas personas pretenden: dominar y no edificar o construir sino destruir.
Un cordial saludo a la comun idad Natgeo
Ingrid integrante de la comunidad del Sena en Colombia
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Los genios curativos de la naturaleza : ampliando el horizonte de comprensión de la biodiversidad en los procesos de salud-enfermedad.Felipe Cárdenas Támara Di HomAntropólogo, homeópata

"…Toda planta tiene su espíritu, la planta no es cualquier cosa, es una cosa viva. El espíritu le esta avisando cómo es el modo de curar a los enfermos"
José María Jamioy, 1989.gg

Resumen
El artículo busca introducir la perspectiva vitalista en lo referido a la determinación de los elementos medicinales que proporciona la biodiversidad. En ese contexto, se amplia la visión estrictamente organicista que se ha manejado tradicionalmente en las ciencias naturales en lo relativo a la determinación de los atributos medicinales que nos proporciona el universo. La vida, lo orgánico y lo inorgánico son todas dimensiones que esconden profundas posibilidades en lo relativo al descubrimiento de formas de encontrar remedios no solamente orgánicos, sino fundamentalmente mentales y espirituales.

Summary
The article introduces the vitalist perspective in relation to the medicinal elements that are provided by biodiversity. In that context, it extends the strictly organicistic vision that has been handled traditionally in natural sciences with respect to the determination of the medicinal attributes the universe provides to us. The life, organic and the inorganic things are all dimensions that hide deep possibilities in relation to the discovery of remedies not only organic, but mental and fundamentally spiritual.
Palabras claves:
Organicismo, vitalismo, elementos medicinales, remedies, biodiversidad
Key words:
Organicism, vitalism, medicinal elements, remedies, biodiversity

Elementos de contexto
La gente, los minerales, los animales, los insectos, los arácnidos, los parásitos, todo lo que conforma la vida, el territorio y todo lo que hay en la tierra están inter.-relacionados de formas singulares, caóticas, y peculiares. En nuestro territorio, las imágenes geográficas y los paisajes culturales y naturales son la síntesis de los estilos de vida que se han fusionado históricamente e hibridizado en el marco de procesos multiculturales e interculturales, donde confluyen legados hispánicos, negros, indígenas, criollos, asiáticos, europeos y mestizos.
Todos estos elementos conforman y le dan forma gestáltica (totalidad) a esa categoría que denominamos biodiversidad. La gestalt del territorio, es decir la forma de la biodiversidad se plasma en la cultura, en los ecosistemas, y las formas de esas relaciones se visualizan en la agricultura, en los componentes forestales, la vida rural, la vida urbana, la vida fluvial, la vida de montaña y la vida selvática.
La biodiversidad tiene que ver con el conocimiento del artesano, con señor de la sabana –el orejón sabanero- que tiene recetas familiares centenarias para producir quesos o para evitar que la leche se pudra. La biodiversidad es el producto de la relación dialéctica del jaibana con su entorno. La biodiversidad tiene que ver con plantar cuarzos adivinatorios y con la reconstitución del espacio sagrado que realizan los mamas kogi de la Sierra Nevada de Santa Marta a lo largo de muchas de las cuencas hidrográficas (Cárdenas, 2002). La biodiversidad es un proceso de construcción social, procesual, dialéctico que se da entre el ecosistema y la cultura humana. La biodiversidad es el resultado de la interacción de procesos bióticos, abióticos y culturales.
Colombia es un país megadiverso a nivel mundial. Según los cálculos del Instituto Humbolt en una superficie continental menor del 1% de la extensión global, en el país se encuentra en promedio el 14% de las especies vertebradas y de plantas vasculares conocidas (I. Humbolt, 1998: 7).
Lo que generalmente se olvida desde la perspectiva de los estudios de la biodiversidad, es que esta, es el resultado de un proceso evolutivo producto de la interacción ecosistema-cultura. Esto quiere decir, que dicha biodiversidad de "orden natural" esta asociada en muchos casos a la presencia humana en el territorio. Es decir, allá donde un biólogo piensa que la riqueza ecosistémica que entiende como silvestre es tan solo el producto de la evolución de la naturaleza, un antropólogo le recordaría que esa supuesta naturaleza prístina es el resultado de la acción humana sobre dicho territorio.
Este argumento sigue siendo válido en la actualidad. En Colombia existen unos ochenta grupos indígenas que hablan unas sesenta y cuatro lenguas diferentes. La población estimada es de 750,000 indígenas, que representa el 1,8% de la población nacional. Los indígenas tienen presencia en treinta y dos departamentos y en 232 municipios del país. En la actualidad existen 570 resguardos y una reserva indígena, en una extensión de 29,9 millones de hectáreas equivalentes a 26,2% del territorio nacional. Los territorios indígenas se encuentran en todos los climas, altitudes y ecosistemas del país. Muchos de ellos existen en ecosistemas ricos en biodiversidad, minerales e hidrocarburos.
Esa enorme biodiversidad de la que hablamos, asociada a la diversidad cultural del país debería ser un argumento fundamental a la hora de formular políticas de desarrollo, planificación y mejoramiento de la calidad de vida de los colombianos. El patrimonio natural unido al patrimonio cultural son los dos ejes básicos para consolidar procesos de desarrollo sostenible. Ahora, el hecho es que esta situación deseada no esta sucediendo, debido particularmente al modelo de ciencia hegemónica, su proyección de mundo y realidad. Hoy hablamos tanto de biodiversidad, son tantos los expertos y olvidamos, como nos diría F. Nietzsche en Ecce Homo que los que hay de peligroso, lo que corroe y envenena la vida es nuestra manera de hacer ciencia. Prima en muchos de los estudios etnobotánicos un interés farmacológico asociado al gran laboratorio y una perspectiva bioquímica exclusivamente, disfrazada de falsa e hipócrita camaradería hacia el indígena.
En general el panorama y el proceso que vive Colombia, al igual que otros países se traduce en pérdida de biodiversidad y aniquilamiento cultural. Una perspectiva, nos dice que si esto es cierto, y lo es, muchos de los elementos medicinales de nuestra biodiversidad están desapareciendo rápidamente. A esto se agrega la erosión cultural sobre el conocimiento aplicado en el campo de los medicamentos que tienen algunos grupos étnicos en el país.
Así pues, es necesario ampliar el horizonte de sentido y la definición clásica que se ha venido usando en el país referida a lo que entendemos por biodiversidad. Considero que la definición básica de biodiversidad que proporciona el Instituto Humbolt es muy estrecha cuando nos dice que esta "tiene que ver con las diversas formas de vida y se manifiesta en la diversidad genética, de poblaciones, especies, comunidades, ecosistemas y paisajes" (I.Humbolt, 1998:13). Quiero llamar la atención e iniciar este ensayo anotando como la definición que brinda uno de los centros de investigación más prestigiosos que estudian la biodiversidad del país es problemática y conceptualmente débil, especialmente si situamos dicha definición en el marco de lo medicinal y de las interacciones de la cultura con los ecosistemas y viceversa.
En primer lugar, la definición solo expresa la diversidad en cuanto medida biológica e ignora que eso que llamamos diversidad es el producto de una interacción con procesos geológicos, físicos y químicos que también expresan y cualifican los atributos de la biodiversidad más allá de las propiedades biológicas emergentes. En segundo lugar, la definición oculta el hecho de que en un país como Colombia, la biodiversidad es el producto de la interacción de sociedades humanas con el territorio y viceversa.
En este contexto, los paisajes y los ecosistemas aparentemente naturales, que obsesionan a los biólogos, son el producto de fuerzas históricas, geológicas, ecosistémicas y culturales. Este un punto de partida importante si vamos a hablar de biodiversidad, ya que para muchos de nuestros pueblos campesinos, indígenas, la gente de la barriada, y las negritudes, las relaciones mantienen con la biodiversidad que se expresan en conocimientos referidos a la utilización de recursos bióticos y abióticos. En lo referido a los usos y conocimientos medicinales, la apropiación que hacen de la biodiversidad es significativa. Estas relaciones van más allá de la utilización de la flora exclusivamente. Los usos vernaculares de la biodiversidad incorporan la utilización de la fauna, los insectos y los minerales. Bajo está perspectiva, incluso se enriquece el horizonte de comprensión de la etno-botánica en su referencia a los usos y conocimientos tradicionales referidos a recursos vegetales exclusivamente. La etno-medicina entiende el tema de la salud y enfermedad como un asunto que no esta parcelado por la clásica dicotomía sociedad-naturaleza que todavía se expresa en nuestra forma de hacer ciencia.
Una perspectiva procesual e interactiva entre los biótico, lo abiótico y lo cultural introduce enormes posibilidades en el marco de la riqueza en biodiversidad de nuestro país y nos coloca en la perspectiva de fomentar sistemáticamente y científicamente nuestros conocimientos sobre los recursos abióticos y bióticos que pueden enriquecer la materia médica naturista. Sin duda, los estudios de Enrique Pérez (1996), de García Barriga (1992), y de tantos botánicos, biólogos, antropólogos son fundamentales y deben de fomentarse. Pero, al enfocar exclusivamente la investigación en las esferas biológicas, estamos dejando de lado la posibilidad de encontrar las propiedades medicinales existentes en los minerales, los insectos, los micro-organismos y los animales. Seguimos teniendo un sello dicotómico en nuestro entendimiento de la biodiversidad. Este reduccionismo biológico y cultural que parcela la realidad en campos de interés disciplinar no existe en el entendimiento de los procesos de salud y enfermedad de muchos de los pueblos de América. Como indica Philippe Descola (2002), el dualismo de la naturaleza, tal como lo entendemos de manera "natural" en occidente, es el producto de una historia singular que pretendemos entender como universal. El dualismo sociedad-naturaleza no se presenta entre muchos pueblos aborígenes del mundo. Creo, que en lo fundamental, estamos aún lejos de haber comprendido la visión de mundo que manejan nuestros pueblos indígenas. Su visión de mundo, más que vegetativa, como plantea G. Zuluaga (1994) es de tipo vitalista (Ver cuadro). La medicina indígena, al igual que la medicina homeopática busca establecer relaciones personales y vitales con las cosas, con la realidad y con las personas. Esa es una de las características de un modelo vitalista.
La medicina alopática por el contrario, no considera importante establecer relaciones vitales. Su visión es de tipo visión mecánico-especializada. Conoce en detalle el órgano y la anatomía, pero carece de un principio ordenador de la vida. Como nos indica Tomas Pablo Paschero (1984), las teorías médicas han gravitado siempre alrededor de dos opuestas concepciones. La primera supone que la enfermedad es debida a causas exógenas. La terapéutica en estos modelos implica reconocer a través de un raciocinio o investigación analítica dicha causa y combatirla y suprimirla. La segunda visión es que la enfermedad expresa una actividad interna o endógena, en que el organismo reacciona como una unidad funcional para adaptarse a condiciones o circunstancias adversas. En esta segunda teoría se considera al organismo íntegro comprendido en un esfuerzo de readaptación, que exige el juego armónico y completo de su actividad vital.
El primer concepto, llamado analítico, practicado desde los primitivos tiempos y racionalmente sostenido por Galeno, Celso y continuado por los árabes, fue modernizado por Bichat, Broussais y llevado a su culminación por Pasteur, que inauguró la era cuyas prolongaciones estamos viviendo.
La teoría sintética inspiró la medicina antigua de la India y la China, siendo propiciada y exaltada por Hipócrates, quien fue el primero en emitir el concepto de similitud entre el enfermo y el medicamento. En la actualidad, sigue primando el concepto analítico, causal, exógeno de la enfermedad, que implica la búsqueda del germen o factor extraño para eliminarlo, o la supresión del síntoma local mediante la aplicación del principio galénico de contraria contrariis curentur.
Nuestros hombres-sabedores (medicine-man), con toda seguridad desconocen el funcionamiento fisiológico del cuerpo humano, pero todavía conservan un sentido de la realidad que penetra en las mismas fuentes de la creación, integrando el conocimiento divino, terrenal y humano
Por el contrario, la visión de la medicina alopática es mecánica-materialista. Esto la ha llevado a tener un conocimiento detallado de células, órganos y biología en general. En ese sentido su meta es hacer especialistas que pueden durar años estudiando la mano o cualquier otra parte del cuerpo humano. El desarrollo de la medicina moderna de tipo alopático esta indisolublemente ligado con el desarrollo tecnológico y con la visión del hombre-maquina.
Las medicinas indígenas entienden que la enfermedad es más que el producto de la debilidad o disfuncionamiento de un órgano ya sea por acción viral o bacteriana. La utilización de criterios holísticos les permite integrar lo material, lo espiritual, lo religioso, lo ceremonial y lo místico.

Cuadro 1. Visiones de realidad y curación
Vitalismo
Espiritualismo
Organicismo
Fuerza vital, como fondo de la vida, entendida como una fuerza en acción y reacción continua
Dios es el creador, el principio vital aparece como una ley de la vida
No mantiene ninguna conexión con el principio vital
El cuerpo sujeto a la fuerza vital
La vida tiene un principio creador
El cuerpo obedece a leyes físicas y químicas
No obedece a fuerzas físicas aunque se reconoce su existencia
La eternidad símbolo de lo inmovible
Las fuerzas físicas son la explicación causal
La vida es un principio
El hombre = humus contiene en si todo el cosmos pero también toda la tierra
La vida producto del azar
La vida es una fuerza
La vida es generada
La vida producto de una causalidad a-teleológica
La vida hace los órganos
El ser humano es más que la suma de sus partes
órganos causan y generan la vida
Prevalencia de lo subjetivo, la calidad
El creador es más que un matemático, va más allá de lo subjetivo, lo cuantitativo, esta más allá de cualquier imagen o concepto
Prevalencia de lo objetivo, la cantidad
Monismo energético: toda es energía en diferentes concentraciones
Esencia = incognoscible
Energía + cognoscible
Monismo material: visión químico-mecánica
Enfermedad alteración energética
Enfermedad pecado-teoría de los miasmas
Enfermedad alteración químico-mecánica
Visión holística
Visión dinámica
Visión especializada
Remedios dinámicos
Remedios espirituales
Remedios supresores
El todo es más que la suma de sus partes
Macrocosmos contiene al microcosmos y viceversa
Las partes explican el todo
Órganos como partes heterogéneas que hacen parte del conjunto
Lo material subordinado a lo espiritual
Órganos como parte del conjunto
Curación por la ley de los semejantes: Lo similar cura lo similar
Verdadera curación sentido trascendental
Curación asunto biológico
El origen de la vida como parte de un dinamismo vital
El creador origina la vida
La materia organizada causa la vida
La vida conocida por sus fenómenos
La vida tiene el rostro del creador
La vida conocida en cuanto órganos
La vida el resultado del intercambio entre el ser vivo y el medio
La vida como resultado de una creación
La vida sujeta a las leyes de la biología
Las fuerzas físico-químicas están sujetas al principio vital
La vida surge del condicionamiento del creador
La vida sujeta a una visión mecánica
Fuente: autor
En lo referido a nuestro entendimiento de los elementos medicinales de la biodiversidad, creo que lo primero que tenemos que captar es que la dicotomía sociedad-naturaleza fundamento de la sociedad occidental no es aplicable a la comprensión de los universos de conocimiento que existen entre los herederos de la biodiversidad. Nuestra ciencia organicista y materialista pretende conocer universos que establecen una relación no mecánica con la realidad. Tratar de comprender un universo vitalista desde un instrumental conceptual y metodológico de tipo materialista es un asunto problemático y con toda seguridad el conocimiento producido va a generar en muchos casos más problemas que soluciones. Lo curioso es que dicha dicotomía se sigue presentando al interior de institutos de investigación que ejercen y se presentan como parte de la autoridad ambiental.
Es cierto de todas manera, que todos los estudios referidos a especies vegetales, ya sean estas alimenticias, medicinales, ornamentales, y forestales merecen toda la atención del mundo, debido precisamente a su rápida extinción. Sin embargo, la perspectiva medicinal debe hacernos entender que tanto lo abiótico como lo biótico son procesos interdependientes en el marco de la estructuración de la biodiversidad. Recordemos que muchas sociedades entienden que la naturaleza es una prolongación de la cultura, de tal manera que los animales y plantas tienen ser y alma. La naturaleza es una prolongación de la cultura humana. Los animales y plantas son mis hermanos, parientes y amigos.
En lo referido a los conocimientos medicinales dos anotaciones son importantes. Primero, el conocimiento sobre los usos generales y medicinales de nuestra biodiversidad es muy incipiente por parte de la academia y de la sociedad en general. Segundo, el estado de los conocimientos sobre los usos medicinales de tipo tradicional o vernáculares existente entre grupos indígenas, campesinos y negros es muy débil, ya que han sido conocimientos distorsionados, subvalorados, sobrevalorados, atropellados o sencillamente mal comprendidos. En el primer caso, el modelo de ciencia hegemónica que se ha impuesto en occidente a subvalorado hasta hace muy poco las posibilidades reales de la utilización de la biodiversidad. Recientemente se empieza a valorar la biodiversidad en unión al desarrollo de los procesos biotecnológicos, más desde un afán de la lógica de la reproducción del capital y de la ganancia, que desde algún otro tipo de consideración humanista. Esto se explica en función del hecho de que la mayoría de los recursos se han destinado a la promoción de unos cuantos recursos naturales. En el segundo caso, la distorsión generada por los estudios sobre los sistemas de representación de la enfermedad por parte de campesinos, mestizos y negros es la consecuencia de la prevalencia de enfoques cognitivos en el campo de la antropología, que buscando valorar y visibilizar el rol de los sistemas médicos tradicionales han caído en posturas donde toda la verdad la tiene el nativo que interpreta y explica la enfermedad. La actual teoría antropológica sobre la enfermedad se ha construido básicamente sobre categorías emic. La enfermedad entonces es el resultado de la acción de los duendes, el mohan, el arco iris, el mal de ojo, la brujería y otras visiones imaginarias del informante que relata sus representaciones de enfermedad. Hasta hace poco tiempo, se creía que una cura de la epilepsia surgía por la ingestión de partes de los órganos, genitales, cascos, e intestinos del Tapir andino (T. pinchaque). Esta creencia esta aun vigente como forma de combatir dicha enfermedad en los andes ecuatorianos, peruanos y bolivianos.[1]
[1] - Un trabajo importante sobre el tema: Gade, Daniel, 1999, Nature and Culture in the Andes, The University of Wisconsin Press, p.118.
Desde luego que es importante retener, que las representaciones culturales y sociales de la enfermedad expresan enseñanzas profundas en el marco de complejas elaboraciones ético-filosóficos y de visiones de mundo, pero no tienen todas las respuestas para solucionar los gravísimos problemas que enfrentan hoy las comunidades en lo referido a los procesos de salud-enfermedad. Retengamos que las profundas enseñanzas que se proyectan por parte de los modelos culturales garantizan en muchos casos una adecuada utilización de los recursos naturales por parte de las comunidades, ya que imponen en innumerables ocasiones restricciones mítico-rituales que ayudan a restringir el acceso y el impacto humano sobre los ecosistemas o a potenciarlos. Adicionalmente, cumplen funciones de cohesión, argumentación de sentido de vida e identificación existencial. Sin embargo, un análisis cuidadoso de los procesos de salud y enfermedad que existen entre los diversos grupos campesinos, negros, mestizos e indígenas debería de partir de una posición mucho más contextualizada y crítica en términos históricos, ecosistémicos, económicos, culturales, temporales y médicos.
No es suficiente la argumentación centrada en la explicación que dan los grupos sobre su percepción de la enfermedad y de la forma de curarla o enfrentarla. Baja esa lógica, justificada a la luz de un relativismo cultural extremo y que nos dice mucho del estado de salud de la antropología, la explicación que dan sobre la enfermedad es entonces el producto de la acción de las sombras, por los maleficios, por el mal de ojo, por la ventiada, pasando por la luz que proyecta el arco iris. Las explicaciones serán infinitas. Todas ellas válidas, —si se entienden como la proyección de significados y explicaciones de sentido sobre la enfermedad, la vida y el sentido de vida en un plano tanto ontológico como médico. Pero difícilmente una sobrevaloración del conocimiento vernáculo será una vía para encausar y fortalecer los elementos médicos al interior de las comunidades tradicionales. Más aún, no se podrá ignorar que muchos de estos conocimientos se han erosionado en los últimos quinientos años por acción de los procesos de aniquilamiento cultural al que han sido sometidos todos nuestros pueblos y también por contradicciones serias existentes al interior de las comunidades. En gran medida, el aniquilamiento cultural incluso nos debería llevar a cuestionarnos si es válido y conceptualmente correcto hablar de sistemas médicos, cuando en muchos casos, lo que queda, y que por fortuna puede estar reconstruyéndose, es todo menos un sistema. Con mucha facilidad, y esto se explica por la visión de buen salvaje que aún nos ronda o debido a los sentimientos de culpa que tenemos hacia los herederos de la biodiversidad, les concedamos a los sistemas tradicionales un conocimiento infinito y sabio referido a nociones que ya no sorprenderían a muchos de los antropólogos clásicos del siglo XIX, pero que siguen siendo objeto de atención por innumerables especialistas occidentales en el tema de la salud. No podemos cerrar los ojos e ignorar que muchos de nuestros jaibanas, mamas, curanderos, payes, piachés, o curacas son herederos de un occidente enfermo que los ha alcoholizado, empobrecido y que les ha colonizado el alma.
Quiero terminar con estas ideas de contexto, recordando como el circuito de atención en salud tiene que potenciarse ya que hoy no es si no una caricatura que deshice mucho de toda nuestra concepción de enfermedad y de la institucionalidad que la acompaña. Generalmente, cuando un curandero, por muy sabio que sea, falla, el paciente tiene que acudir a donde un promotor de salud, si lo hay. Ya se encuentran promotores de salud indígenas. Estos promotores saben vacunar, recetar antibióticos, poner inyecciones, y dar consejos sobre aspectos importantes a nivel de normas de higiene y salud, pero carecen en muchos casos de la conexión necesaria con el conocimiento tradicional de sus comunidades. En general, el promotor de salud es adoctrinado en un sistema alopático que no guarda correspondencia alguna con sus valores culturales y formas de entender la salud-enfermedad. El entrenamiento de estos promotores se da generalmente en el marco del proceder fisiológico y organicista propio de la escuela médica dominante de carácter alopático. Estos herederos de la biodiversidad, generalmente no reciben nada de entrenamiento en naturopatía, herbología, u homeopatía. Un hecho epistemológico que apela a la difusión de estos modelos terapéuticos es que en general ellos operan por la misma noción de magia simpática que existe en los sistemas médicos de la gran mayoría de los grupos étnicos. En general, los promotores de salud indígenas están desprovistos de herramientas como las mencionadas y esto hace que su labor sea muy restringida. Nuestros bien intencionados promotores tienen que estar atentos a las fechas de vencimiento de las pastas que reciben en el centro de salud. Más adelante, trataré de sugerir algunas direcciones orientadas a potenciar con base en el modelo y la doctrina homeopática las deficiencias que he señalado.

2. En las manos de la tierra: entender desde adentro
Muchos de los elementos que nos proporciona la naturaleza reúnen maravillosas propiedades medicinales que han sido descubiertas a lo largo de los siglos por hombres y mujeres pertenecientes a miles de culturas alejadas en el tiempo y en el espacio. Cuando hablamos de la naturaleza nos referimos a ella como maestra de enseñanzas y recursos. ¡Todos los males de la humanidad en lo referido a la salud y a la enfermedad podrían ser resueltos si acudimos a la naturaleza como maestra y guía de nuestra acción! Incluso aun cuando se afirme que nos falta mucho por conocer en lo referido al descubrimiento de nuevas plantas, minerales, microorganismos o animales, lo ya conocido por la humanidad en su conjunto seria suficiente para atender la totalidad de las necesidades y demandas médicas de la población mundial.[2] Es decir, desde el terreno antropológico se puede hacer una valoración de los miles de sistemas médicos que existieron o existen, pero se debe de estar atento a reconocer que no todas simbolizaciones existentes en cuanto a prácticas médicas son vías seguras ya sea para prevenir, curar o suprimir los síntomas morbosos que vive la humanidad. Todo es digno de consideración para una antropología médica, no todo es válido para una medicina antropológica verdaderamente interesada en el arte y la ciencia de curar.
[2] Los cálculos sobre el potencial medicinal sólo de plantas oscila entre unas 35,000 plantas y 70,000. Algunos sabedores en pueblos de Papua, Nueva Guinea o del Valle de Sibundoy, Colombia pueden llegar a conocer unas 6,000 especies diferentes, generalmente desconocidas para la ciencia occidental. Es frecuente para un sabedor u "hombre medicina" conocer entre 200 y 300 especies de plantas tropicales. Ahora, la tendencia incluso de investigadores expertos sobre el tema de la antropología de la salud, es la de mirar exclusivamente la función medicinal de las plantas, dejando de lado normalmente los usos medicinales de animales, minerales e insectos. En este contexto, la visión de la medicina homeopática es muy valiosa, ya que enriquece las perspectivas de análisis de disciplinas tan importantes como la etnobotánica, etnoecología y antropología médica.
Los usos que podemos hacer de los medicamentos y remedios tienen aplicación (más allá de los que se piensa normalmente en la mayoría de textos especializados) en los campos de la salud humana, animal o vegetal y el conocimiento sobre estos usos los tienen en muchos casos grupos campesinos, indígenas o los sistemas de conocimiento alternativo existente en los vastos universos del conocimiento de la homeopatía, la medicina ayurvedica, la medicina budista, taoista, sistemas médicos vernáculos o la medicina china. Todos estos sistemas de conocimiento han sido devaluados, desconocidos y en más de una ocasión atacados por el sistema médico dominante de carácter alopático que se extiende por todo el mundo, desconociendo el poder y la fuerza curativa de estos sistemas. Lamentablemente, la erosión cultural, el ecocidio y el etnocidio que se vive nos hace desconocer y perder irremediablemente sofisticados sistemas de conocimiento tradicional que han brindado herramientas y pautas para atender el tema de la salud y enfermedad. Necesitamos conocer más (problema de cantidad), pero incluso si conserváramos lo ya conocido, lo valoráramos y profundizáramos en el conocimiento (problema de calidad), el ser humano podría estar más cerca de la construcción de una sociedad más justa y equitativa en lo referido al manejo del mundo y de los ecosistemas.
La tendencia actual referida a la valoración de los recursos naturales, de la biodiversidad y de la diversidad cultural no es del todo suficiente. Todos los países del mundo sufren hoy acelerados procesos de extinción de especies, de contaminación de recursos naturales y de etnocidio que hacen que el genio de la naturaleza no sea aún interiorizado. Lo más grave es que la valoración y el reconocimiento que se viene haciendo sobre la importancia de la correlación entre biodiversidad y la territorialidad indígena se hace más desde la lógica de la voracidad de la industria farmacéutica, de la universidad gigantesca o del centro de investigaciones biológicas que cree que la biodiversidad es un proceso tan solo biológico y que los sistemas culturales asentados en dichos espacios no contribuyeron activamente en la construcción social y ecosistémica de dichos entornos. El apetito desenfrenado por competir y por ganar dinero nos ha llevado a olvidar la humildad y el sentido de sacralidad que debemos tener para con todo lo vivo, lo inerte, lo insignificante…Es que en ese pedazo de boñiga pueden estar algunas de las curas de la humanidad. Como por ejemplo, la protección del suelo (casi todos enfermos hoy en el planeta debido a la compactación generada por los tractores y demás maquinas agrícolas) y la activación de procesos microbiológicos en el mismo. La hermana boñiga -como diría Francisco de Asís-, es muy rica y debiéramos establecer una relación personal con ella, conocerla, adorarla y potenciarla mediante el ejercicio y aplicación de principios basados en la ley de la semejanza, en la agricultura biodinámica y en la agroecología.
El genio que hay en cualquier elemento animal, vegetal, mineral o biológico nos debe llevar a conocer esos rasgos dinámico-espirituales. Una vez descubiertos, un "simple" diente de león (taraxacum officinale) se convierte en un universo de significados y la gracia de Dios nos abre las posibilidades de brindar curas no solo reguladoras en términos biológicos o fisiológicos, sino esencialmente curas en los planos mentales y espirituales, abriendo con ello el sentido de vida para el paciente.
Las plantas, los animales y los minerales esconden secretos que van más allá de lo que nos imaginamos. Debemos potenciar los sistemas de conocimiento tradicional desde la incorporación de los más rigurosos procesos formales de investigación científica, y que tienen su máximo nivel de desarrollo en el campo de la medicina homeopática. El movimiento homeopático es uno de los fenómenos más fascinantes de la medicina. Mucho antes de que existiera la etnobotánica, homeópatas como Constantino Hering (1983, 1971), condujeron a mediados del siglo XIX importantes estudios de caracterización médica de nuestra fauna y flora.
¡Qué lejos estamos de la Verdad! El genio del Diente de León, así como el de otros miles de elementos naturales, nos dice y nos cura mucho más allá de lo que normalmente alcanzamos a ver en los consumos populares o académicos que se imponen como modas:
¡Oh hermano Diente de León, permíteme la alegría y la jovialidad, yo que estoy enfermo de tristeza. Libérame de la ansiedad y proyecta movimiento en mi vida y mi cuerpo. Audacia señor, audacia para enfrentar el mal y a todos los que buscan destruir y evitar la construcción de tu reino. Aparta de mí la confusión mental, que me impide ser continente en todo: palabras, miradas, pensamientos y alimentos. Soy descuidado con tus dones y gracias y no respondo con sabiduría a tu llamado. Me olvido de ti, aun cuando aspiro a retenerte en mi memoria a cada instante. Sana mi indolencia, mi embotamiento, mi delirio…mi incapacidad para pensar sin resentimientos".
Los genios curativos de la naturaleza nos permiten depurar el alma, curar nuestras propias vanidades inflamadas, las alteraciones de la sangre, del hígado y del estomago. Todos los remedios están en la naturaleza, y si alguna debilidad física o mental se hace preocupante podemos utilizar todo lo que nos proporciona la realidad material, después de haberla conocido mejor. La realidad material no es otra cosa que la expresión de un mundo dinámico- espiritual.
La humanidad en su conjunto esta necesitando curas espirituales. Todos los hombres y mujeres santas de las más diversas tradiciones religiosas nos lo recuerdan constantemente. No es suficiente con un cambio cultural, lo que se requiere es un gran cambio espiritual. Como es de suponer, las plantas, animales, insectos y minerales deben ser tratados con el máximo respeto ya que están aquí para ayudarnos en nuestro propio camino. Pero no es intoxicándonos con alcohol, marihuana, cocaína, peyote, hongos, o yage como se logra esa transformación. Cada planta, mineral, animal, bacteria o insecto debe ser respetada y utilizada solo cuando se requiera, en la persona indicada, en las microdósis (sugeridas por la homeopatía) y en el plano dinámico requerido. Si no es de esa manera, el genio existente en cada elemento tomará posesión de nosotros y nos llenará de ilusiones, mentiras, vanaglorias, ansiedades, exhibicionismos y temores.
¡Yo no estoy enfermo, no estoy cayendo, yo no estoy ebrio! Bienvenida tu santa cura Taraxacum.

3. En las manos de la ciencia: observando desde afuera
Es curioso que investigadores de la talla del doctor Germán Zuluaga no hagan ninguna referencia a los aportes y posibilidades que brinda la medicina homeopática en lo referido a los estudios de la biodiversidad de Colombia. Es asombroso que personas como Hernando García Barriga o el padre Enrique Pérez no tengan ni mencionen ninguna referencia a los aportes de la medicina homeopática en Colombia, que se remonta al año de 1837 con la conformación del Instituto Homeopático de Colombia. Hemos tenido indígenas que estudiaron y practicaron la doctrina homeopática. Cuando de manera muy acertada. G Zuluaga propone estrategias para la conservación de plantas y recursos vegetales, deja de lado, toda una terapéutica y modelo de experimentación que ha comprobado su eficacia médica en el mundo entero desde hace doscientos años. Ignorar la perspectiva que nos brinda la homeopatía significa estar a la saga en doscientos años de logros asombrosos en el campo de la medicina moderna. La medicina homeopática puede ser uno de los caminos más reveladores para potenciar los sistemas de conocimiento tradicional y para contra-restar el peso de la voracidad de la industria farmacéutica y del exclusivo interés bioquímico que suscita el estudio de plantas a lo largo del mundo entero.
La homeopatía, fundada por el sabio alemán Samuel Hahnemann en el siglo XIX no es un misterio. Como disciplina medico -científica de carácter vitalista trabaja a partir de la ley de los semejantes, la dinamización de los remedios y las microdósis de los mismos. Su visión del paciente es integral, holística e individual. Es probable que dos personas sufriendo de dolor de cabeza requieran remedios distintos. Cada caso médico es un universo y la enfermedad se entiende a partir de significados profundos que comunican y expresan la desarmonía de la fuerza o principio vital. Es una doctrina médica con principios técnicos y procedimientos claros. Se dispone de un conocimiento exhaustivo de los remedios que han sido experimentados en personas sanas o relativamente sanas en el marco de procesos experimentales rigurosos. La materia médica homeopática esta compuesta por unos 2,500 remedios; todos los años se introducen nuevos remedios como resultado de la experimentación que se conduce principalmente en Estados Unidos, Europa, India, Brasil y Argentina.
En Colombia, la investigación sobre patogenesias es prácticamente inexistente, lo cual es triste debido al desaprovechamiento que tenemos sobre el potencial de nuestra rica diversidad y como forma para potenciar los conocimientos y la utilización de muchas de las plantas, y otras substancias que han sido usadas por nuestros pueblos campesinos e indígenas.
La homeopatía, esta el ejemplo de los sucedido en la India, no desplaza a los sistemas médicos tradicionales, pero tiene la fortaleza de brindar terapias seguras, efectivas, duraderas y replicables a lo largo de todo el mundo, ya que tiene una ley y unos principios de curación inmutables que permiten la estandarización de la producción de remedios en cualquier tiempo o lugar, mediante una acción certera sobre el comportamiento fisiológico del ser humano, de los animales y de las plantas. [3]
[3 - Uno de los genios y padres del ambientalismo moderno y de la ecología, Mahatma Gandhi respaldo ampliamente la difusión y consolidación de la homeopatía en la India, de tal suerte que hoy por hoy la escuela homeopática hindú es una de las más evolucionadas del mundo. La materia médica homeopática tiene importantes remedios de origen indio. Es triste decirlo, pero el aporte de Colombia a la materia médica homeopática es muy pobre. Lo cual se explica por el escaso desarrollo institucional de la homeopatía en nuestro medio.]
El principio fundamental de la homeopatía se origina en la ley de los semejantes que postula su enunciado en el concepto de similia similibus curantur (lo similar cura lo similar).Esto quiere decir que para curar una enfermedad cualquiera, se ha de aplicar un remedio que produzca en el hombre sano, efectos semejantes a los síntomas de tal enfermedad. La medicina homeopática se basa en la ley de los semejantes que ha venido siendo reformulada y precisada por los homeópatas en los últimos doscientos años. Una de las definiciones actuales más precisas es la dada por el doctor Gabriel Hernán Gebauer:
"Para toda sustancia, —sea de origen mineral, vegetal o animal, si se trata de una especie natural, como para toda sustancia artificial (o sintética)—, si la sustancia tiene la capacidad de producir una enfermedad característica, cuya única expresión la constituye un conjunto específico o estructura de síntomas (y signos), cuando es ingerida a dosis ponderables o atenuadas, por cualquier ser humano sano sensible; entonces esa sustancia tiene la capacidad de hacer desaparecer la enfermedad característica que se expresa por un conjunto similarmente específico o estructura de síntomas, cuando está presente en cualquier ser humano enfermo, ya sea de manera espontánea o provocada, al ser ingerida en forma atenuada". (Vease: ¿Es la llamada "ley de los semejantes" una ley científica)
En el marco del pensamiento axiomático básico de la tradición científico positivista, la universalidad de la ley de curación mencionada se puede expresar en: "Para todo x, si x es una sustancia que no ha sido experimentada, si lo fuera y tuviese la capacidad de producir una enfermedad característica, entonces x tendría también la capacidad de curar esa misma enfermedad característica" (Gebauer).
Estos postulados están formulados en el marco de un enunciado de ley de la naturaleza y es una de las leyes más importantes que existen en el campo de la medicina moderna. Es una ley en el sentido de que supone que existe independientemente de que sea conocida o no por el ser humano. La ley de los semejantes ha sido experimentada o intuida en innumerables ocasiones a lo largo de los sistemas médicos de distintos pueblos. Samuel Hahnemann fue el genio que la sistematizó en un libro llamado El Organon de la Medicina y como producto de décadas de paciente experimentación que realizó en su propio cuerpo, entre amigos y familiares. Él abrió el camino del descubrimiento formal y sistemático de remedios a partir de la experimentación pura de medicamentos en el ser humano.
De manera concreta podemos subdivir los remedios homeopáticos más usados en:
Remedios clásicos: Grupo de aproximadamente 69 remedios. P.e Aconitum napellus, Graphites, Thuya, Zincum.
Medicamentos atómicos: Grupo de aproximadamente 80 remedios. No todos los elementos de la tabla periódica se han probado. Solo se han probado 41 de los elementos químicos inorgánicos y todavía quedan por experimentarse más de 50 (Coulter, 1995:56). En este grupo encontramos remedios como Aluminium metalicum, Hydrogenum, Platina, Radium, Uranium, Vanadium, etc.
Medicamentos minerales compuestos: Grupo de aproximadamente 71 remedios. Se incluyen substancias tales como Borax, Causticum, Polvora, Carbo minerales, Naphtalinum, Terebenthina, etc.
Medicamentos de origen vegetal: Grupo de unos 130 remedios: Se encuentran remedios como Curare, Drosera, Ignatia, yage, sambucus nigra, viola tricolor.
Medicamentos de origen animal: Grupo de unos 20 remedios. Incluye medicamentos como apis mellifica (abeja), Blatta orientales, Bufo rana, Cantharis, Corrallium rubrum, vipera aspis.
Medicamentos bioquímicas dinamizados: Grupo de aproximadamente 80 remedios. Se compone de substancias como Acetilcolina, Beta-endorfina, Colesterol, Estrona, Globulina Beta, Melanina, Insulina, Úrea, etc.
Levo y detro-aminoacidos dinamizados. Unos cuarenta remedios que incluyen medicamentos como L-ácido aspártico, L-glutamina, D-treonina, d-valina, etc.
Vitaminas dinamizadas.
Nosodos biológicos. Productos medicinales producidos a partir de bacteria y virus, tales como anthax, cólera, lepra, tétanos, tuberculinum, polio, viruela, etc.
Parásitos. Grupo de medicamentos tales como Áscaris lumbricoides, oxiuro vermicularis, plasmodium, psorinum, y toxoplasma.
Para comprender el funcionamiento de la homeopatía se tienen que entender principios de tipo físicos, médicos y biológicos. Para un médico alópata entrenado en el conocimiento organicista de la escuela médica dominante, los interrogantes que se le plantean son de tres tipos y la homeopatía especialmente en la obra del Doctor Gabriel Hernán Gebauer ha venido dando respuestas certeras a estos interrogantes:
En un sentido físico, ¿qué es aquello que persiste a la dilución de cualquier sustancia más allá del número de Avogadro?
En un sentido biológico, cómo puede actuar sobre un ser vivo, célula, tejido, órgano, sistema, especie, aquello que persiste a la dilución más allá del número de Avogadro?
En un sentido médico, ¿cómo puede curar aquello que persiste a la dilución post-Avogadro?
La intención más directa, mediata e inmediata de la homeopatía es la de curar. El problema fundamental al que Hahnemann responde era el de cómo poder "curar en forma suave, rápida, segura y duradera (permanente)…cada caso individual de enfermedad". Para lo cual propone que "debe de elegirse un medicamento capaz de producir por sí mismo una afección semejante a la que se pretende curar".
El origen de la ley de los semejantes se realiza por Hahnemann cuando este traduce una obra de Materia Médica de Cullen, escrita en ingles. "En este trabajo, Cullen atribuye el efecto de la corteza de quina en la malaria a un fortalecimiento del estomago. Debido a que esta explicación no lo convenció, Hahnemann trato de examinar a fondo la situación. Por ello pensó en experimentar la droga primeramente en su propio organismo sano. Tomó una dosis grande de quina y notó la presencia de un estado morboso, que le pareció semejante a la fiebre intermitente."
La gran variedad de síntomas desarrollados a partir de la ingestión de quina, convenció a Hahnemann de la importancia de la experimentación en el ser humano sano de diversas sustancias (a las cuales llamo patogenesias) y lo estimulo a proseguir con ellas. Bajo estas orientaciones había nacido la homeopatía. Las intuiciones que venían desde los tiempos de Hipócrates finalmente se introducían en el campo del conocimiento científico.
En el año de 1796, Hahnemann publica el artículo "Ensayo sobre un nuevo principio para descubrir las virtudes curativas de las sustancias medicinales", donde se establece las bases de la experimentación de los medicamentos sobre el organismo humano sano. Algunos hechos sobresalientes que se consagran en el Organon de la Medicina son los siguientes: Artículo 128: "Experimentación con la 30ª potencia". Es decir, propone diluciones que están más allá del límite del número de Avogadro – por ende, que carece de toda molécula de la sustancia diluida- por ser las que desarrollan más plenamente los síntomas patogenésicos
Lo que convierte a las patogenesias en auténticos experimentos científicos es el hecho de que sean clases repetibles de eventos, con una muy alta probabilidad. La confirmación empírica de la "ley de los semejantes", requiere que el médico elija el medicamento semejante a los síntomas que presenta el enfermo, logre eliminar estos síntomas y obtenga de esta manera la curación. La curación para el homeópata no es tan solo una supresión de los síntomas, tiene que ver con la construcción de sentido de vida en el paciente. La cura homeopática tiene mucha cercanía con la terapia gestalt, con la logoterapia, con las psicologías humanistas, y con los conceptos de sanación que manejan nuestros pueblos indígenas.

Ideas finales
En este trabajo se argumento en el sentido de replantear y ampliar las definiciones que se vienen usando para la categoría de biodiversidad. Se observó como estas definiciones son dicotómicas y no permiten entender las interacciones de tipo sistémico que configuran a la biodiversidad. Al usar definiciones estrechas de biodiversidad, se limita el campo de aplicación de elementos bióticos, abióticos y culturales en los procesos de salud-enfermedad. La utilización de conceptos más afinados referidos a la biodiversidad, permitirán incluso ajustar los horizontes de trabajo y los programas de investigación de la etno-botánica y la etno-medicina. Se afirmó que la medicina homeopática trabaja de manera sistemática y rigurosa con una ley de curación. Esta ley de curación ha sido intuida en numerosas ocasiones a lo largo de la historia humana y tiene muchas correspondencias con las visiones de curación de algunos de nuestros pueblos indígenas.
La enfermedad que se expresa tanto en hombres, animales, vegetales y ecosistemas tiene un significado profundo. En una concepción teológica, las leyes de curación son de origen divino. La primera enfermedad sufrida por el hombre fue la ruptura del diálogo del ser humano con Dios. La ley natural de vida y pensamiento, nos invita a vivir para y por el todo, en undiad inteligente con el ser que trasciende la creación cósmica; que nos impulsa a destinar nuestros impulsos vitales hacia el bien de nosotros, yendo del egocentrismo autista al supremo interés altruista de la comunidad
En rigurosa terapéutica homeopática hoy reconocemos en los fenómenos de la naturaleza que todo en el universo vive fases o procesos de permanente revolución. La revolución es una constante en el universo. La existencia diaria y la evidencia científica nos confirman el hecho de que todo en el planeta Tierra (plantas, insectos, animales, ciudades, océanos, continentes y hasta el aire que respiramos) se encuentra sujeto al movimiento rotatorio de la tierra que es de unos 1600 km/h. Por acción de la gravedad, las cosas aparentemente se mantienen en su sitio y no vuelan al espacio. Si la tierra dejara de rotar, todas las cosas se dispararían al espacio. Simultáneamente la tierra gira alrededor del sol con una velocidad cercana a los 100000 km/h. Adicionalmente el sistema solar se mueve alrededor de la Vía Láctea en ciclos de unos 200 millones de años. Si miramos las cosas desde una escala atómica, la revolución y el movimiento son una constante en los electrones, protones y neutrones. El punto de interés en estas observaciones es que todo gira en una infinita variedad simultánea de formas diferentes, y esta observación esta es la clave en lo referido a la curación.
La medicina homeopática, como tendencia psicodinámica en la medicina se entiende y se define como una forma de curación que apela a las fuerzas del universo y que busca restituir la fuerza vital de los seres vivos acudiendo a la metáfora de la revolución. La homeopatía opera como ciencia médica vitalista y como ciencia que reconoce la cualidad antes que la cantidad. Estas nociones aparentemente simples, tienen que ver con una proyección de las leyes de la naturaleza en los actos de curación que necesita la humanidad. La homeopatía, intenta entender al paciente como persona superando las concepciones meramente biológicas y fisiológicas. En un lenguaje simbólico, lo que pretende es reconstituir el "centro" en lag vida del paciente. Se eliminan los síntomas en su totalidad, pero la verdadera cura implica una reconstitución de sentido de vida. El médico, el paciente y sus allegados, perciben de manera real, objetiva y subjetiva, que el itinerario personal del enfermo se transformó y que la persona se colocó ante niveles de vida más altos. El médico libre de prejuicios, trabaja en el marco de la plena realización del ser y busca mediante la terapia homeopática que las cadenas y ataduras que restringen a la persona sean liberadas. La homeopatía acude a los principios de curación que nos brinda la naturaleza y el cosmos.

Bibliografía
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Descola, Philippe, 2002, "La antropología y la cuestión de la naturaleza", en: Repensando la Naturaleza. Encuentros y desencuentros disciplinarios en torno a lo ambiental, Bogotá, Panamericana.
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Pérez Arbeláez, Enrique, 1996, Plantas útiles de Colombia, Bogotá, Fondo Fen.
Zuluaga, Germán, 1994, Aprendizaje de las plantas en la senda de un conocimiento olvidado, Bogotá, Seguros Bolivar.

Paginas electrónicas
Gebauer, Hernán. ¿Es la llamada "ley de los semejantes", una ley científica. http://www.homeoint.org/books3/semejantes/index.htm

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